10 agosto 2007

Buscando una salida hacia ninguna parte


El día menos pensado mueres. O no. Quizás lo planees con antelación, deseando con fuerza ineludible dar el último suspiro, como tantxs enfermxs postradxs tras una cortina, para lxs cuales la vida carece ya de sentido. Seres abocados al dolor y el sufrimiento, perdida toda dignidad humana. Para algunxs de ellxs, el suicidio es la única salida, la única vía -ilegal- para cumplir su voluntad.

La opción del suicidio, kill yourself, no es necesariamente fruto de una decisión consciente para acabar con una vida indigna, no. A veces, la decisión no es tan consciente, sino que es la consecuencia última de una concatenación de experiencias traumáticas, fracasos y pérdidas de aliciente vital, que lleva a la persona a arrojarse, ofuscada, al vacío. La depresión, la paranoia o ansiedad que padecía en ése momento imposibilitan la libertad absoluta en la toma de decisión. Tampoco es libre en su decisión quien conduce desafiante por el túnel de la muerte en dirección contraria, y pierde, pues lo hace bajo los efectos de las drogas. Su vida pudo ser feliz hasta ese momento pero la inconsciencia le traicionó.

En otras ocasiones, en las que el sujeto sabe que se dirige de forma irrevocable a la muerte, el suicidio no acaba con ningún sufrimiento, físico ni psicológico propio, sino que el objetivo es causar este sufrimiento en lxs que están alrededor. Kamikaces, inmolados, y algún que otro magnicida ácrata han usado esta forma de suicidio para llevarse a alguien por delante. No está tan clara la libertad en esta decisión pues se sacrificaron por la patria, la iglesia o la idea.

Una de las formas más loables de suicidio es el cometido ante una ejecución inminente. No te daré el placer de matarme, para que me mate el estado me mato a mí mismo. Desde que Sócrates se envenenase junto a sus amigos la noche antes de su ejecución, esta forma de morir queda grabada en la historia como una última decisión que hacer valer la dignidad humana frente a los abusos de poder.

La forma suprema de suicidio, sin embargo, es aquella en la que la decisión de acabar la vida se toma en plena libertad y armonía, en un momento de plenitud, rodeado de los seres queridos, cuando los sueños están cumplidos. Poder decir: me muero ahora porque quiero es el súmmum de la libertad.